Se dice de la NOSTALGIA lo siguiente: «sentimiento de pena por la lejanía, la ausencia, la privación o la pérdida de alguien o algo queridos». En mi caso, hace varios días sentí cierta nostalgia de cuando dibujábamos todo a mano, a Rotring. Sin tocar un ordenador. Hojas de papel, lápiz, colores y puntafinas…
Cuando llevas mucho tiempo trabajando mano a mano con un ordenador, todo es… como decirlo… tan digital, tan casi perfecto, que ha empezado a echarme para atrás tanta perfección. La que te ofrecen las máquinas, los programas de Adobe en mi caso. Poder hacer «control+Z» y retroceder tantas veces como quieras (bueno, tantas veces como hayas programado que puedas retroceder)… La verdad es que echaba en falta poder coger una hoja y un puntafina, en este caso el negro 01 de Sakura Pigma Micron y comenzar a dar rienda suelta a la imaginación. Líneas, puntos, relleno de color, ondas, mezclar con alguno de color…
Me he dado cuenta de cuánto aprecio la imperfección que el papel y el bolígrafo me ofrecen. No pasa nada si la distancia no es perfecta, no pasa nada si el grosor de la línea ha salido más o menos intensa. No pasa nada si un punto se ha salido de sitio. La improvisación también juega gran parte del proceso creativo, porque vas rellenando sobre la marcha. ¡Ah! Y si te equivocas, lo corriges de tal manera para que después no se note y ese error forme parte de la composición final.
Me di cuenta, que en mi día a día, trabajando en según que tipo de proyectos, nunca había el tiempo de poder experimentar otras técnicas que no fueran aquellas a las que estamos más que acostumbrados. Y creo que ahora necesito combinar ambas, el mundo digital con el mundo tradicional. Mezclar, cortar, pegar, escanear. Creo que puedo conseguir visuales o composiciones mucho más ricas visualmente.
Así pues, en ello estoy. Probando y probando. Descubriendo todas las posibilidades que existen. Y como todo requiere su tiempo, no creo que pueda mostraros proyectos finales (aún). Está todo en proceso, cocinándose.